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Símbolos sin fronteras

Vivir a más de 2000 km de casa no debe ser fácil porque deben dejarse muchas cosas atrás. ¡Seguro que muchos de los que está leyendo estas líneas conoce algún caso cercano, o incluso lo ha experimentado en propia piel! Empezando por lo más importante, que es la proximidad física de la familia y los amigos, pero igualmente sufrimos la añoranza de las comidas habituales, de olores o de paisajes y escenarios que hacen que nos sintamos parte de un lugar determinado. También se echan de menos las tradiciones ; y no lo digo por decir...
 
Luis era perfectamente consciente de ello. Después de vivir en Dinamarca más de tres años, con Judit siempre echaban de menos el Sant Jordi catalán. A los que sois catalanes no hace falta que se lo explique; a los que no lo sois, ya os digo ahora que debe vivir un Sant Jordi en Cataluña alguna vez: un día en el que la alegría y alegría de vivir domina el ambiente, el olor de primavera perfuma la atmósfera -ya puede llover o hacer solo- y sobre todo, el día en que los enamorados intercambian un libro y una rosa, ¡una fiesta esperada y compartida por todos!
 
rosa san jordi
  
Sigo. Como decía, Luis era perfectamente consciente de ello. Seis años con Judit y la aventura de irse a Dinamarca juntos habían consolidado a la pareja, y aunque siempre habían compartido la idea de casarse algún día, a Lluís siempre le había dado un poco de pereza por el esfuerzo organización que supone. Pero era consciente de que para Judit el momento ya hacía tiempo que había llegado.
 
 
Como Sant Jordi, hay cosas que van más allá de lo que son, porque son simbólicas, nos tocan el corazón y quedan en la memoria; una de estas cosas es pedir la mano de la persona con la que quieres casarte. Sí, es sólo un gesto, es sólo un pequeño anillo, pero es tan grande lo que evoca, ¡para siempre!! Así pues, con los buenos propósitos que solemos hacer cuando empezamos el año, a principios de 2022 Luis decidió buscar un anillo para pedir la mano de Judit. Hoy en día Internet nos lo pone muy fácil y antes de mover ficha, Lluís estuvo mirando y rebuscando en joyerías danesas y catalanas... hasta que encontró el ANILLO , así, en mayúsculas. Era el anillo Dispersée de Roosik & Co., un diseño con un toque nórdico hecho por una joyería de autor; la facilidad de hablar por vídeollamada y comentar pequeños detalles directamente con Jordi Rosich le acabó de convencer.
anillo compromiso de oro blanco con diamantes naturales
¡Y ya sólo faltaba organizar la operación! ¿Cómo darle? ¿Cuándo darle? Cuando fue fácil, Lluís decidió hacerlo por Sant Jordi, un día tan simbólico para ellos como catalanes, pero que en Dinamarca es un día como los demás... Le propondría ir a cenar y buscó un restaurante con vistas al mar. Tras darle vueltas, decidió acompañarlo con un poema visual de una autora que siguen en Instagram, para darle un toque fresco y original.
 
 
Y por fin llegó el día... ¡Nervios, nervios! Judit no sospechó nada, era Sant Jordi, era un día especial y simbólico -¡pero no tanto como lo sería poco después!!-. Luis había guardado el anillo en el tras bolsillo de la chaqueta, y el sobre de cartón con el poema visual lo escondió poniéndolo en la espalda, bajo la camisa. De camino al restaurante, Judit quiso que se hicieran una selfie, y al coger a Lluís notó el sobre en la espalda... “¿Qué es esto?”, “Te he escrito un poema” ...va llegar a decir para disimular, ¡él que nunca escribe!
anillo de compromiso diamantes historia de amor
 
Se sentaron en el restaurante, una mesa con vistas al mar por Sant Jordi, el romanticismo ya estaba asegurado. Al ver el poema visual, Judit se extrañó, “¡Son dibujos, no es un poema...!” pero enseguida lo entendió todo cuando Luis sacó la cajita con el anillo dentro: “¿Quieres casarte conmigo? ” Un gran “Sí!!!” selló el compromiso, con el sol del atardecer iluminando la felicidad de ambos. Apenas comieron, pero el camarero entendió perfectamente la situación cuando supo que acababan de prometerse.
 
La noticia corrió a continuación, visitando de casa en casa a los mejores amigos, y videollamando a la familia para compartir uno de los momentos más especiales de sus vidas. Ahora este pequeño anillo trae toda esa carga de emoción y felicidad, una memoria que no se borrará con el tiempo, y que será tan fulgente como la misma joya.
 
 

Por suerte hay cosas que Internet nos facilita... ¡el Sant Jordi, todavía no!

    
Historia Real vivida por Lluís y Judit en Dinamarca en abril de 2022
 
 
 
    

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