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UN SOLITARIO DE CINE

Nada mejor que construir un buen guión para que la película de la vida tenga un final feliz, como en el caso de Jordi e Irene.
 

 
Irene terminó el pedido y se dirigió hacia el lugar del acto. Les habían encargado un catering para un concurso de cortometrajes que se hacía en una masía del Empordà. Llegaron cuando era oscuro y vislumbraron el montaje, la cincuentena de sillas para los asistentes dispuestas delante de una de las paredes de la masía, sobre la que se hacían las proyecciones. Cuando estaban a punto de comenzar surgió un imprevisto, uno de los miembros del jurado había fallado y necesitaban un suplente. "Yo no soy crítico de cine ...", hizo ella, "No importa, no te preocupes, lo harás bien". No era cuestión de ponerse a discutir ... Salió de la office y se incorporó a la mesa del jurado, mientras iniciaba una de las proyecciones. La historia de la pantalla le resultaba tan familiar ... y de repente, la cara de Jordi en la pantalla! Cómo podía ser? El asombro la dejó sin palabras cuando vio que Jordi en persona salía de la pared donde se hacía la proyección, como si saliera de la película! Se abrieron las luces y el sueño se hizo realidad: Jordi le pidió matrimonio ofreciéndole un solitario de cine, ante un público cómplice lleno de amigos y familiares.
 

 

  • Historia real vivida por Jordi e Irene en Can Piferrer (Baix Empordà) en octubre de 2016.

 

 

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